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NUESTRA HISTORIA

Todo se remonta a mis épocas de adolescente, un joven muy responsable con sus obligaciones, pero completamente inmaduro a la hora de tomar decisiones.

A todas las opciones que me daban para estudiar les decía no, y a las pocas que accedí al final las abandoné, siendo 3 carreras universitarias las que dejé sin ni siquiera intentar dar lo mejor de mí.

Cuando ya estaba por colmar la paciencia de mis padres (desanimados y preocupados por mi futuro profesional) a punto de que me digan ¡PÓNGASE A TRABAJAR YA QUE NO QUIERE ESTUDIAR!, un día de casualidad pasaba por el frontis de la universidad y de un de repente vi el pabellón de una facultad que me llamó la atención, leí su nombre que decía Facultad de Ciencias Contables y Financieras, ante lo cual, le pedí a mis padres una última oportunidad y finalmente decidí postular a contabilidad, sin tan siquiera saber de qué trataba esta carrera.

Grande fue mi satisfacción al ingresar nuevamente a la universidad, estaba muy feliz porque sentía que la vida me daba otra oportunidad para volver a empezar todo y desde cero, ante ello, muy dentro mío yo mismo me decía: ahora sí la hago, ahora sí voy a terminar esta carrera, pero no pasó ni un mes para otra vez volver a fallar, porque más me dediqué a sociabilizar con mis nuevos amigos en lugar de ponerme a estudiar.

Sin darme cuenta ya habían pasado los años claves en los que debía aprender contabilidad, y fue en ese momento cuando me di cuenta que toda mi vida universitaria había pasado por pasar sin comprender nada de lo que nos estaban enseñando, ya que uno o dos días antes de cada examen solo me dedicaba a memorizar las respuestas de las posibles preguntas, perdiendo de esta manera la gran oportunidad de aprovechar las enseñanzas de tan magníficos maestros que mi alma máter nos ofrecía a cada uno de sus estudiantes.

Cuando ya solo faltaba año y medio para terminar la carrera, una mañana conversé con mi grupo de amigos, los cuales entre lágrimas decían que estaban por abandonar la carrera, fue entonces cuando yo también dije: tampoco me gusta la contabilidad, por lo que el miedo se vino a lo más profundo de mi ser, porque estaba a punto de decirle a mis padres: otra vez dejaré la universidad.

Es allí, que para no causar un malestar y dolor en los 2 seres que siempre se quitaron un pan de la boca para darme todo lo que necesitaba, decidí ponerme las pilas para ahora sí por fin aprender contabilidad, pero fue triste darme cuenta que me daba vergüenza preguntarle a mis docentes y compañeros cosas muy básicas porque para ese entonces los temas que ya debía tocar eran demasiado avanzados, es por ello que me puse a leer todos los libros que podía encontrar, pero en lugar de ayudarme lo que más hacían era confundirme, porque eran muy buenos libros pero para personas que ya tenían base contable, mientras que en mi caso, mi nivel era demasiado bajo, estaba al nivel de una persona que recién estaba por postular a la carrera en ese momento.

En ese instante es que me di cuenta que estaba viviendo otro duro momento, estaba a punto de tirar la toalla porque me decía a mí mismo “Renny, lo intentaste todo, pero ni así pudiste, reaccionaste demasiado tarde”, es por ello que con cabeza fría, ya en último año de universidad, decidí terminar la carrera pero no ejercerla, porque simplemente tenía miedo de mencionarle a alguien que soy contador público, porque yo pensaba que me podían preguntar algo fácil que quizá no le podría responder en ese momento.

Así pasaron los años, y con mi título de contador en mano me la pasé trabajando en otras cosas que no tenían nada que ver con la contabilidad.

Es así que un día como cualquier otro, un mes antes de que le detectaran cáncer a mi padre, tuvimos una discusión extremadamente fuerte en la que llorando me dijo: ¡ME DAS VERGÜENZA!, no aprovechaste todo el esfuerzo que tu mamá y yo hicimos por ti, y es así que el día que falleció, miré su cuerpo inerte en su féretro, recordé sus palabras, y con lágrimas en los ojos le pedí al Señor Todopoderoso que le dijera a mi padre que cambiaría mi vida radicalmente, con lo cual: empecé todo de nuevo, sin profesores para consultar, sin trabajos que presentar, sin cursos por aprobar, otra vez desde cero, sin tiempo para dormir, y recuerdo bien el día que reinicié todo: Puse mi título profesional a mi costado, una fotografía de mi graduación, la medalla que me dieron al colegiarme y sobre la mesa un libro de contabilidad general de Erly Zeballos, y éste libro se encontraba abierto en la página donde decía: Capítulo I: “la partida doble”.

Con el paso del tiempo aprendí muchas cosas, con lo cual me di cuenta que “no es que no me gustaba la contabilidad, lo que sucedía es que no le puse el empeño debido y es por ello que no la podía comprender”, por lo cual ahora la pregunta es

¿SI YO PUDE HACERLO, POR QUÉ NO PODRÍAS HACERLO TÚ TAMBIÉN?

Por todo lo mencionado, solo me queda decirte que al inicio de esta publicación te dejé un vídeo que estoy seguro te ayudará para analizar muchas cosas, y además ten la seguridad que con mucho esfuerzo, disciplina y ánimo: SÍ SE PUEDE mi estimado amigo.
 
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Atentamente:
Mg. CPC. Renny Huayhua Vargas
Director y fundador de Camino Contable
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